En el corazón verde de Chiapas, la Reserva de la Biósfera Selva El Ocote se abre como un paraíso escondido entre montañas cubiertas de niebla y sonidos que susurran historias ancestrales. Al internarse en sus senderos, el visitante es recibido por una vegetación exuberante que abraza cada rincón, entre lianas, árboles centenarios y el murmullo de ríos subterráneos que fluyen entre grutas y cañones. La experiencia es profundamente sensorial: el aroma de la tierra húmeda, el canto lejano de un tucán y la brisa fresca que desciende de las montañas crean una conexión inmediata con la naturaleza más pura.
Reconocida por la UNESCO, esta reserva resguarda una riqueza biológica inigualable. Es uno de los últimos refugios del jaguar, el mono araña y la guacamaya verde, y también un escenario de paisajes majestuosos que parecen salidos de un sueño. Dentro de su vasto territorio se encuentran maravillas naturales como la imponente Cascada El Aguacero, la escondida Cascada La Conchuda y el enigmático Sótano de La Lucha, todos ellos destinos que invitan al asombro, la aventura y la contemplación profunda.
Ubicada en la zona noroeste del municipio de Ocozocoautla de Espinosa, y accesible desde comunidades como Lázaro Cárdenas y Piedra Parada, esta joya natural ha sido reconocida en los premios Lo Mejor de México de la revista México Desconocido como uno de los mejores destinos del país para sentir la energía de la naturaleza. Pero más allá de su belleza, la Reserva de la Biósfera Selva El Ocote nos recuerda la urgente necesidad de conservar los ecosistemas que aún laten con fuerza. Protegerla es proteger la posibilidad de que las próximas generaciones también puedan maravillarse con su grandeza.
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